La Otra Noche

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Soñé que volvía a amanecer,
soñé con otoños ya lejanos.
Mi luz se ha apagado,
mi noche ha llegado;
Y mis brazos vacíos se cerraban
aferrándose a la nada,
intentando detener mi juventud.
Al fin hoy he vuelto a la verdad

Cartas Amarillas, Nino Bravo

Una noche soñé que era pequeño, mi padre/chofer negro llamado Secundino me llevaba al colegio y a jugar al club. Mi “tata’ Nina me cuidaba mientas montaba bicicleta con mis amiguitos. En mi casa de la playa mi mama me ponía discos de Caruso, oíamos a los Tres Villalobos, Tamakun, los juegos de Almendares y el boxeo en la radio. Recuerdo muchas fiestas, las Nochebuenas familiares, los viajes conociendo el país, la tragedia de la muerte accidental de mi hermanito de 2 años y meses, yo con 12, con sus naturales momentos muy tristes, los amoríos con todas las niñas bellas que conocía, y mi gran amor a la familia, mis abuelos, tíos, primos, mis visitas y las suyas, y así crecí.

Un buen día amanecí con la noticia que el orden establecido se interrumpía. Vino un golpe de estado y Batista asumió el poder. Mi tío, el político, tuvo reuniones, planeamientos de oposición, pero todo fue en balde. El orden de mi vida no sufrió muchos cambios. Se hablaba mal del Gobierno, se leían en los periódicos argumentos en contra de Batista y alabando a sus oponentes, pero en general la vida seguía igual. Mis estudios se interrumpieron pero no mis placeres. Mi adolescencia fue de fiestas, amores, estudios, carreras de caballos y una filosofía política de mi familia en contra del régimen, pero sin consecuencias. Visite y goce de los mejores cabarets, clubs, fiestas, pero también deambule por barrios más pobres y tome y baile con ellos. Nunca sufrí de robos, asaltos o insultos a mi persona, todo lo contrario me recibían con respeto, reconocimiento y hasta en muchos casos protección. Aprendí de mi familia que era nuestro deber el ayudar a los más desafortunados, mis padres pagaban colegio a muchos que no podían valerse, y viví con hermanos de crianza, que aunque de origen humilde, eran tratados como a mis hermanos y a mí. Todos nos alegramos con la llegada de los “barbudos”. Poco duro la alegría. Mi madre luchadora estudiantil en contra de la dictadura Machadista nos alerto. Muchos de mis amigos fueron presos, muchos fusilados gritando “viva Cristo Rey”. Mis padres decidieron que su moral y principios eran más importantes que sus propias vidas. Dejaron sus trabajos, retiros, posesiones, familiares, y recuerdos, para recibir y ofrecernos libertad.

De momento desperté. Aprecie que mis sueños fueron realidad y que mis realidades eran sueños. Ni la Cuba de mis sueños ni mis sueños de Cuba serian jamás.

Soy Norteamericano, acá me enamore para siempre, me case, tuve hijos y nietos, trabaje, triunfe y me retire.

Existe un país llamado Cuba, es tan mío como pudiera ser Venezuela, Brasil o Méjico. Me preocupa como cualquier otro, pero no más. Opino del embargo, los viajes, las remesas, pero en realidad no me importa porque ya no es mi país, es distinto, no lo conozco ni me pertenece. En unos pocos días cumplo 85 años y veo con tristeza como este País, símbolo de libertad, esta con un rumbo muy parecido al que viví en Cuba. Temo por el futuro de mis hijos y nietos y poco puedo hacer! Y con perdón de Segismundo, es que la vida no es un sueño, pero los sueños, sueños son.

La otra noche tuve un sueño y hoy desperté.

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