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Un joven de nacionalidad australiana, estudiante y deportista en la Universidad de Oklahoma, salió temprano en la mañana a correr. Con un futuro por delante y a todas luces siendo un miembro útil a la sociedad, no podía prever que este sería su último día de vida. Tres jóvenes, pasando el tiempo en el portal de una casa lo vieron y en un impulso súbito decidieron matarlo. Así lo hicieron, cazándolo como a una bestia. Después del hecho se jactaron a través de los medios sociales del gozo que sintieron. Al ser capturados, explicaron su acción como resultado de “estar aburridos”. (8/2013)
Escribí estas ideas hace 8 años refiriéndome a un terrible e inexplicable crimen. Desgraciadamente, estamos viviendo hoy en día crímenes igualmente insólitos en una frecuencia alarmante, con consecuencias que anticipe entonces.
Este hecho es una demonstración de la maldad humana en lo más primitivo de su manifestación.
El ser humano nace con impulsos básicos destinados a reproducir y preservar su vida. Estos instintos mantienen la eternidad de la humanidad.
Como el mundo en que vivimos es limitado, existe necesidad de mantener un equilibrio entre la vida y la muerte para así obtener el número exacto permitido por la naturaleza. Solo un Dios, creador de nuestras vidas, es capaz de instituir este balance imprescindible.
El humano siempre nace diferente. Esta diferencia es obligatoria para adquirir el control del número requerido. También nacemos con biologías, sentimientos y propensiones similares que incluyen la bondad y la maldad. Todos tenemos algo que nos diferencia de los otros seres y que, a mi entender, es el arma que nos dieron para obtener el premio que nos da la vida, la felicidad.
Este algo es nuestra voluntad. Todos somos potencialmente crueles o generosos, morales o inmorales. Vivimos en sociedad y obtenemos placer cuando podemos ver en otros lo que nos gusta, y nos duele cuando los demás padecen por razones que nos causan también a nosotros sufrimiento.
Aunque distintas sociedades definen mal o bien de acuerdo a su cultura, todos tenemos derechos y responsabilidades individuales y capacidad de distinguir entre una acción beneficiosa y una perjudicial
Una sociedad feliz, es la que está compuesta por unidades humanas responsables de sus acciones y que han aprendido desde pequeños por sus familias, educadores y/o guías religiosos, que solo se es dichoso y se cumple con el destino cuando se trabaja, se crean otros seres y se ayuda a los necesitados.
Cuando las personas ceden sus vidas a otros, a cambio de satisfacciones inmediatas, es cuando la maldad se impone, el hedonismo prevalece y la sociedad se destruye.
Desgracias como el nefasto evento de hace unos días, cuando ya forma parte de acciones que suceden cada vez más frecuentemente, son un síntoma de un mundo en decadencia y debe ser una voz de alerta para todos.
English Translation:
A young Australian national, student and athlete at the University of Oklahoma, went out early in the morning for a run. With a future ahead of him and clearly a useful member of society, he couldn’t foresee that this would be his last day of life. Three young men, hanging out in the doorway of a house, saw him and on a sudden impulse decided to kill him. They did so, hunting him like a beast. After the fact, they bragged on social media about the joy they felt. When caught, they explained their action as a result of “being bored.” (8/2013)
I wrote these ideas 8 years ago referring to a terrible and inexplicable crime. Unfortunately, we are experiencing equally unusual crimes today at an alarming rate, with consequences that I anticipated then.
This deed is a demonstration of human evil in its most primitive manifestation.
The human being is born with basic impulses destined to reproduce and preserve its life. These instincts maintain the survival of humanity.
As the world we live in is limited, there is a need to maintain a balance between life and death in order to obtain the exact number allowed by nature. Only a God, the creator of our lives, is capable of instituting this essential balance.
The human is always born different. This difference is mandatory to acquire control of the required number. We are also born with similar biologies, feelings, and propensities that include good and bad. We all have something that differentiates us from other beings and that, in my opinion, is the weapon they gave us to obtain the prize that life gives us, happiness.
This something is our will. We are all potentially cruel or generous, moral or immoral. We live in society and we derive pleasure when we can see in others what we like, and it hurts us when others suffer for reasons that also cause us suffering.
Although different societies define poorly or well according to their culture, we all have individual rights and responsibilities and the ability to distinguish between a beneficial action and a harmful one.
A happy society is one that is composed of human beings responsible for their actions and that have been taught since childhood by their families, educators and/or religious guides, that one is happy and that destiny is fulfilled only when one works, reproduces, and help those in need.
When people give their lives to others, in exchange for immediate gratification, that is when evil prevails, hedonism prevails and society is destroyed.
Misfortunes such as the disastrous event a few days ago, when it is already part of actions that happen more and more frequently, are a symptom of a world in decline and should be a voice of warning for everyone.